Introducción a San Juan y el Verbo de Dios (Juan 1: 1-5)

 

1. Introducción al Evangelio según San Juan

Entonces como es el caso de todos los evangelios, el Evangelio según San Juan es también un libro de la Biblia, que se encuentra en el Nuevo Testamento, y que narra la historia de la vida y la muerte de Jesucristo y transmite también sus enseñanzas.  El apóstol Juan es considerado como su autor.

Este evangelio es considerado como el más teológico de los cuatro.  Con teología me refiero que en vez de contar solamente los milagros y las predicas de Jesús, también nos dice su significado.  El autor nos dice cual fue exactamente el propósito de este evangelio en Juan 20: 31: “Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre.”

En otras palabras, Juan escribió este evangelio para que sus lectores creyeran que Jesús es el Hijo de Dios; no un solo un maestro o profeta, sino el Hijo Unigénito de Dios.  Este verbo, “creer“, se repite aproximadamente 100 veces en San Juan.  Es importante e imprescindible que nosotros “creamos,” pero que creamos de verdad y con todos nuestros corazones que Jesús es realmente quien Él dice ser, el Hijo del Dios Viviente.  Si lo hacemos, entonces vamos a heredar el reino de Dios.

Pasemos ahora a leer los primeros cinco versículos de este evangelio.  En mi opinión, estos versículos son unos de los más importantes que se encuentran no solo de este evangelio, sino también de toda la Biblia.

 

2. Lectura: Juan 1:1-5: En el principio era el Verbo

1:1 En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.

1:2 Este era en el principio con Dios.

1:3 Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.

1:4 En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.

1:5 La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.

 

1. Juan 1: 1: Jesús es Dios

1:1 En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.

En el principio era el Verbo, es decir, ya desde la eternidad, el Verbo (palabra traducida del griego “Logos”, que también se traduce como “Palabra”) ya existía.  El Logos no fue creado, no tiene comienzo, sino como Dios mismo, es un Agente de la Creación.

La frase “en el principio” tiene como propósito de hacernos recordar a Genesis 1:1, el primer libro de la Biblia, que narra el principio de la creación, tal y como nosotros la conocemos ahora.  Sin embargo, aquí en Juan 1:1 la referencia es sobre el “antes” del principio, es decir la eternidad, cuando el mundo todavía no existía, ni tampoco las dimensiones del tiempo y del espacio: “…no hay nada anterior al ‘principio’, ni duración o tiempo durativo en la eternidad.” (Lenski, 28).

Entonces, ya desde antes de la creación, El Verbo, es decir Jesús el Unigénito Hijo de Dios (Juan 1:18) ya existía juntamente con el Padre.  “El Logos ‘era’ en toda la eternidad, ‘era’ en una existencia eterna e inmutable” (Lenski 32).  La forma en que este “era” fue originalmente escrito en el griego (en tiempo imperfecto) sugiere claramente un estado de continua existencia, sin consideración de principio o fin (Bartley, 54; Mayfield, 32). “Nunca hubo un momento en que la Palabra no existiera. Nunca hubo nada que no dependiera de él para su existencia.” (Morris, 65).

La segunda clausula, “y el Verbo era con Dios”, se refiere a que en la eternidad el Verbo ya existía en un estado de perfecta comunión con el Padre.  “El Verbo, como la segunda persona de la Trinidad, había estado en comunión íntima con Dios el Padre durante toda la eternidad” (MacArthur, Biblia de Estudio, Jn 1:1).  Es una expresión difícil de traducir, y “y el Verbo era con Dios” es quizás la mejor forma en que se puede escribirse.  Literalmente se puede traducir también como  “La Palabra era para con Dios” o “El Verbo era hacia Dios”.  No hay oposición, la existencia de la Palabra estaba dirigida hacia el Padre (Morris, 67).

En nuestra traducción, la preposición gramatical “con” pierde algo de la fuerza o del énfasis que se quería comunicar en el lenguaje original, la cual indicaba un “movimiento hacia” o “cara a cara” hacia Dios Padre, pero la idea es que, en efecto, el Verbo o La Palabra vivía en la relación “más íntima” con el Padre (Mayfield, 32).  En otras palabras “… ‘con’ (del griego pros) significa, literalmente, ‘cara a cara’. Estar ‘cara a cara’ implica igualdad de condiciones, pero claramente requiere distinción. Uno no puede estar cara a cara consigo mismo” (Stallings, 15).  Nuevamente (y lo repito por énfasis), “este Logos estaba ‘cara a cara’ con Dios, lo que indica una distinción de Personas dentro de la Deidad, así como una igualdad de Personas” (Criswell, Jn 1:1).  La implicación es clara, Juan esta hablando de dos Personas distintas, el Padre y el Hijo.  Este único Dios verdadero no se ha revelado Él mismo como Padre; como Hijo solo a la hora de la redención; y como el Espíritu Santo por emanación, como lo creen las sectas unitarias.

El Logos era con Dios; es una frase importante en el sentido también en que Juan la menciono nuevamente en el versículo 2 por motivos de énfasis.

El versículo llega a su clímax con una tercera declaración: “y el Verbo era Dios”.  Hasta el momento, el lector podría pensar que ya que Cristo siempre ha existido durante por toda la eternidad (lo cual indica que no es un ser creado), y que ya que el Logos vivía también en perfecta comunión el Padre (es decir que Cristo existía con otra Persona Divina diferente a Él, es decir, con el Padre); entonces se podría correr el riesgo de pensar que el Logos no era Dios, sino algo así como un ser Divino al lado de Dios.  Pero esto no es así, el autor declara enfáticamente que “el Verbo era Dios”.  Nada más sublime o trascendental se podría decir de el Cristo.  Del Antiguo Testamento se sabía que el Mesías venidero sería un gran profeta, un sumo sacerdote, y un rey poderoso; pero no se había revelado tan claramente todavía que el Mesías seria además el mismo Dios.  Sin embargo, esto es exactamente lo que dice Juan 1:1c.

Es en realidad una declaración tan simple que realmente no debería realmente necesitar una “interpretación”: Jesús es Dios.  Es una verdad que separa al cristianismo con otras religiones, como la musulmana (que considera que Jesús es solo un profeta), u otras sectas como los Testigos de Jehová (quienes afirman que Jesús es el Arcángel Miguel).  No, no es así, Cristo es Dios.  La traducción no es que el Verbo o era solamente “divino” (para ello existe otra palabra griega como “theios”, ver Carson, 117), ni tampoco que la Palabra era solamente “un” dios más entre la multitud (aun hombres pueden ser dioses también, Salmo 82:6).

Es una declaración simple, pero a la vez trascendental.  Jesús es Dios (del original “el Verbo era Dios“, si, pero tomando en cuenta que el “era” se refiere a una existencia “continua”, sin consideración a su principio ni a su final, de acuerdo a la gramática del lenguaje original).

Todo lo que se puede decir de Dios, se puede decir también de Cristo.  “La conjugación griega recalca que el Verbo poseía toda la esencia o los atributos de la deidad, es decir, Jesús el Mesías era Dios a plenitud (cp. Col. 2:9)” (John MacArthur, Biblia de Estudio, Jn 1:1).  “Dios es el Verbo, Dios mismo, plena, completamente, sin disminución, en esencia” (Lenski, 33).  “Juan no dice que el Verbo sólo tenía algo de divino sino que declara que en verdad y en sí mismo el Verbo era Dios. Es una afirmación absoluta y terminante para refutar la especulación de los que niegan la deidad del Verbo” (Palau, 36).

Entonces una de las primeras cosas que el apóstol quiso hablar en su evangelio fue sobre la Persona Divina de Cristo; es decir, que Jesús es Dios.   Esto era tan importante para Juan que lo quiso mencionar, antes que nada, el comienzo mismo de su evangelio; es decir, que cuando el Señor Jesús estuvo en la tierra hace dos mil años, mucho antes que naciéramos, aun antes de la creación del mundo, Jesús ya era nada menos que Dios mismo.

Y por supuesto si esto es importante para Dios, también uno puede esperar que esto sería algo que Satanás, a través de los siglos, ha tratado de cambiar para engañar a la gente, para que la gente no crea que Jesús también es Dios, y por consiguiente no se salven.  Por eso es que hay una religión o secta que cambia la traducción del primer versículo de Juan para distorsionar su significado.  Ellos en su versión distorsionada de la Biblia, traducen el primer versículo como: “En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios y la Palabra era un dios.”

La parte que debemos notar aquí es que esta secta traduce que Jesús no era Dios (con “D” mayúscula) sino “un dios” (con una “d” minúscula).  Lo que tratan de hacer aquí es insinuar que Jesús no es Dios, que no es parte de la Santa Trinidad, sino que Jesús era algo así como un dios pequeñito, de menor rango o categoría.

Esto es, por supuesto, una herejía (hay que llamar siempre las cosas por su nombre).

Quizás a alguno de ustedes les parezca que esta distorsión de la palabra de Dios no sea una gran cosa, pero si lo es, porque esta gente también afirma que Jesús es el arcángel Miguel.  Si ellos transmiten eso a su gente, y la gente de esta secta por consiguiente cree que Jesús fue solo un ángel, entonces ellos no pueden creer que Jesús es el Hijo de Dios, y no pueden ser por consiguiente salvos. Un ángel es solo un ser espiritual que no puede salvar a toda la humanidad de todos los tiempos.

Pero si Jesús realmente es Dios, parte de la Santa Trinidad, entonces podemos estar confiados de que podemos ser salvos si creemos en Él.

Ahora bien, ¿Cómo podemos saber cuál de las traducciones es correcta en este versículo? ¿La versión de Reina-Valera (la que tenemos nosotros) o, por decir, la versión de esta ultima secta que acabamos de mencionar (la llamada Traducción del Nuevo Mundo de los Testigos de Jehová)?

Hay una forma bien simple que podríamos hacer usando este primer versículo del evangelio según San Juan.  No necesitamos saber griego para averiguarlo, pero noten que en nuestra traducción de Juan 1: 1 vemos que hay dos palabras “Dios”, los cuales ambos están con D mayúscula.

Por otro lado, como acabamos de notar, la otra traducción de esta secta también tiene dos palabras “Dios”, pero una con “D” mayúscula y la otra con “d” mayúscula.  En otras palabras, la traducción de esta secta tiene dos palabras Dios que porque están realmente escritas diferentes, implicando que Dios Padre es Dios (D mayúscula) y Jesús es solo un dios menor (d minúscula).

¿Entonces como sabemos cuál de estas versiones es verdadera? Muy simple, yendo al griego original para ver si estas dos palabras en el capítulo uno, versículo uno, de San Juan son las mismas o no.  Ahora bien, yo personalmente no se hablar griego para averiguar si estas dos palabras “Dios” son las mismas que se utiliza para describir a Dios Padre y Dios Hijo, pero si hay un libro llamado El Estudio Completo del Nuevo Testamento por Spiros Zodhiates, el cual nos dice la traducción de cada una de estos versículos palabra-por-palabra (ver también el léxico de Juan 1:1 y el más reciente artículo sobre Theos v. Theon).

En el libro de Zodhiates encontré que la palabra Dios para describir al Padre, al Dios Padre Todopoderoso, es la misma palabra Dios que se utilizó para describir al Verbo, es decir a Jesús.  Es más, el autor de este libro, Spiros Zodhiates, quien es un erudito griego-americano, nos dice la clasificación de esta palabra dada por otro teólogo llamado James Strong.  Este segundo señor clasificó en el siglo 19 todas y cada una de las palabras del Nuevo Testamento, les dio un número, y publico los significados de cada una de estas palabras.

De acuerdo a la concordancia de este señor Strong, la primera palabra “Dios” (Dios el Padre), a la cual le dio el número 2316, viene de la palabra griega Theós, y también la segunda palabra “Dios” (que se usa para referirse al Hijo, también viene de la palabra Theós, que también es la palabra numero 2316 como esta descrita por el Señor James Strong en su famosa concordancia de la Biblia).

Entonces, ¿Por qué me estoy dando el trabajo de explicar todo esto? Porque, así como les mencione arriba que no todos los libros “cristianos” son necesariamente inspirados por Dios, así también no todas las traducciones de la Biblia son traducciones fieles del griego (en el Nuevo Testamento) o al hebreo o arameo original (del Antiguo Testamento).

Por supuesto, las traducciones de la Biblia que tienen aquí en esta prisión, en el LCCC, son todas correctas, hasta donde yo sepa.  Pero les menciono esto para cuando salgan de esta prisión, deben tener cuidado con lo que le dan o regalan, sobre todo si son de sectas o religiones que no son muy conocidas.

Es decir, no siempre es bueno leer todo lo que le dan.  Primero es importante leer bien la Biblia, bajo la dirección del Espíritu Santo, orando primero para que Dios nos de la correcta interpretación, y después cuando ya hayamos leído bien la Biblia, yo creo que sería útil leer también otras publicaciones cristianas.  Porque entonces si vamos a estar preparados para discernir lo bueno con lo malo, lo puro con lo alterado, lo que es de Dios y lo que no lo es.

 

2. Juan 1: 2-3: Todo lo que hay se debe a Jesús

Ahora leamos los versículos dos y tres:

1:2 Este era en el principio con Dios.

1:3 Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.

Aquí vemos que San Juan continúa hablando del Verbo, de Jesucristo, y enfatiza dice que Jesús ya existía desde el principio — desde el principio de la creación del mundo.  Reina-Valera dice que la creación fue también hecha por Jesús: “Todas las cosas por Él fueron hechas“.

Sin embargo, para ser más exacto, el original griego en realidad no dice que todas las cosas fueron hechas “por Él” sino “por medio de Él” (ver Morris, 71; comparar también las diferentes traducciones cristianas de Juan 3:3), lo cual salvaguarda la verdad que el Padre es el Creador de todas las cosas, pero a la misma vez, se diferencian los roles que el Padre y el Hijo tuvieron en la creación.  El Padre creó el universo, pero lo hizo “por medio” del Hijo.

El hecho que este detalle textual no esté tan claro en la traducción de Reina-Valera del 1960 (RVR60) no debería preocuparnos mucho, pues esta verdad también se transmite en Colosenses 1: 16-17, clarificando esta importante revelación divina.  En esta sección de Colosenses, hablando del “amado Hijo” ([reftagger title=”Colosenses 1:13″]v. 13[/reftagger]), el Apóstol Pablo nos dice que todo fue creado por medio de él(RVR60 y subrayado por motivos de énfasis). 

Insistimos que este último detalle tiene profunda significancia teológica, pues dice que el Padre creo todo por medio de Jesucristo, a quien se le conoce como el Verbo o la Palabra de Dios.  Esta última diferencia de palabras traducidas, es decir, la “Palabra” o el “Verbo” en Juan 1:1 no es tan importante (ver también las diferentes traducciones en Juan 1:1).  La traducción más correcta parece ser “Palabra,” pero es posible que algunos traductores al español no quisieron usar “una” palabra con el género femenino, sino más bien prefirieron usar “el” verbo, quien contiene el género masculino.

Además, en el primer capítulo de [reftagger title=”Génesis 1″]Génesis[/reftagger] vemos que Dios creó todas las cosas por medio de su Palabra cuando dijo varias veces “sea…” (y otras variantes como “haya…”); es decir, hubo una frase creadora (Génesis 1:3, 6, 9, 11, 14s., 20, 24, 25; LaSor, 68).  A la misma vez, en pasajes como Génesis 1:26; 3:22; 11:7 se observa la forma plural de “Elohim,” deduciendo que aunque Dios es uno, el termino no era por seguro singular, ni doble (o binario, lo cual es posible en hebreo), sino plural (ver sec. #2 de este artículo de Got Questions?), es decir tres o más.  Esto ultimo es solo lo que el texto de por si solo sugiere, pero nosotros sabemos que tenemos un solo Dios en Tres Personas.

Todo esto también reafirma que Jesús no fue solo un hombre, como mucha gente por allí cree, sino que Jesús ya existía desde antes de la creación, pues Él es también Dios, y también como dice en Génesis 1 , Dios formo los cielos y la tierra, toda la creación fue hecha por Dios.  Un solo Dios en tres personas: el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo.

 

3. Juan 1: 4-5: La Vida y la Luz

1:4 En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.

1:5 La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.

 

En los versículos 4 y 5 se le compara a Jesús, el Cristo, con la Vida y la Luz, dos importantes ilustraciones graficas que el autor de San Juan utiliza para enseñarnos mas sobre la naturaleza divina de Jesucristo.

¿Por qué creen que a Jesús se le compara con la palabra “vida”?  Porque Dios es vida, lo contrario a muerte.  Además, el autor está hablando de la vida eterna, no la vida terrenal que solo es una etapa temporal para nosotros.  Un camino pasajero.  Después de esta vida en la tierra podemos ir solo a dos lugares.  Al cielo y al infierno.  Eso es lo que dice la Biblia, y por eso podemos estar seguros que estos lugares si existen, que son reales.

¿Por qué sabemos que el cielo y el infierno son lugares reales? ¡Porque la Biblia lo dice así! Nuevamente, la Biblia es la palabra de Dios, y Dios no es hombre para que mienta.  Dios nos creó y realmente Él sí sabe quiénes somos, que hacemos, y a dónde vamos a ir.

Ahora bien, con respecto a la segunda ilustración, ¿por qué creen que el Apóstol Juan también compara al Señor Jesús con la “luz” de los hombres?

Porque con la luz se puede ver lo que pasa a nuestro alrededor.  Vemos en donde estamos y vemos también hacia dónde vamos.  Si no hubiera luz, sería como si fuéramos ciegos.  Lo mismo pasa con la ceguera espiritual.  Si no tenemos a Cristo en nuestros corazones, es como si fuéramos ciegos, pero con Jesús a nuestro lado, podemos ver la luz.  La luz verdadera que alumbra los caminos oscuros del hombre, caminos entenebrecidos por el pecado.  Podemos ver en donde estamos y podemos también ver hacia a dónde vamos.

En referencia al versículo 5, noten por favor que el comienzo de este evangelio, Juan 1:1, es muy similar al comienzo de la Biblia, Génesis 1: 1, pues ambos comienzan con la misma frase: “En el Principio…“.   En el versículo 3, Dios ordena la creación de la luz, y esta prevalece sobre las tinieblas, quienes reinaban en un universo desordenado y vacío (Génesis 1:2).

Dios ordena con su voz, con su palabra, que sea la luz, y esta aparece sobre la faz de las aguas para reinar sobre las tinieblas.  Por mandato divino, en el mundo fisico la oscuridad no puede prevalecer sobre la luz, sino más bien es la luz la que prevalece sobre las tinieblas.  Así lo decreto el Todopoderoso desde el comienzo de la creación, y así se relacionan estos dos contrastes.

Como se explica en la Biblia de Estudio MacArthur, algunas versiones incluyen la traducción literal “no comprendieron,” en vez de la que Reina-Valera 1960 traduce como “no prevalecieron”, pero aquí el contexto determina que se trata en realidad de un enfrentamiento espiritual.  Los poderes de las tinieblas se sujetan a la autoridad del Hijo de Dios (cf. Mateo 8:31-32), así como en el mundo físico la oscuridad no prevalece contra la luz.

“En este contexto, Jesús como ‘luz’ trae a este mundo oscuro el conocimiento verdadero, la pureza moral y la luz que muestra la misma presencia de Dios” (Juan 8:12; 1 Juan 1: 5; Crossway Bibles, 2019).  Es muy posible, entonces, que el Apóstol Juan estaba tratando de enfatizar una vez más, que Jesús estaba allí, al comienzo de la creación, y que ahora venía a restaurar orden y luz a un mundo desordenado y oscurecido por el pecado.

Amén.

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